A propósito del video de Scott Galloway, nos propusimos investigar cómo estos temas resuenan en el contexto mexicano. Los desafíos que enfrentan los hombres son evidentes y alarmantes, pero pocas veces discutidos con la profundidad que merecen. Es importante que haya voces que aboguen por visiones complementarias, empáticas y que los vacíos de silencio no sean llenados por las mismas voces que pueden ser contraproducentes.
Por nuestra parte, decidimos indagar en los datos más recientes, buscando entender el panorama en el que estamos parados, buscar la comprensión fundamentada y aportar a cualquiera que pueda llegar a necesitar saber esto: el panorama es preocupante, e invita a repensar lo que hemos venido diciendo y haciendo.
Los datos más recientes muestran que la diferencia de género en el consumo de drogas ilícitas es notable. En la población urbana adulta de México, el 18.2% de los hombres ha consumido alguna vez en su vida, mientras que en las mujeres solo un 3.6%. Esta brecha se observa en todas las edades, pero es particularmente marcada en los hombres jóvenes de 18 a 29 años, donde el 25% ha usado drogas alguna vez y el 6.4% lo ha hecho en los últimos 12 meses. En comparación, el uso en las mujeres del mismo grupo etario es significativamente menor. A medida que los hombres envejecen, el consumo disminuye, pero la relación entre géneros persiste. Estos datos ponen de relieve cómo los hombres, desde una edad temprana, tienden a involucrarse más en el consumo de sustancias, reflejando un patrón que tiene graves implicaciones tanto para su bienestar personal como para su integración en la sociedad.
En su medición de 2022, el INEGI reportaba que la brecha de género en las tasas de suicidio es alarmante: los hombres son más de cuatro veces más propensos a quitarse la vida que las mujeres. Un dato que ha resultado particularmente llamativo y ha sido sujeto de múltiples discusiones sobre sus causas, las mujeres tienen más intentos, mientras que los hombres terminan consumando en más ocasiones. Los datos sugieren una crisis silenciosa entre los hombres, impulsada por factores como la presión social para mantener una fachada de fortaleza, la falta de redes de apoyo emocional, y el estigma asociado con la búsqueda de ayuda psicológica.
Este tema es uno de los más complejos de obtener datos válidos y actualizados, ya que, como se puede deducir, no es fácil localizar a esta población, pues muchas veces no solo carecen de vivienda, sino que también carecen de cualquier registro ante los órganos de gobierno. Según los datos del primer censo realizado se encontraron 5,788 personas sin hogar. De estas, 5,052 son hombres y 726 son mujeres, lo que significa que aproximadamente el 87% de la población en situación de calle es masculina. Esto implica que por cada mujer en situación de calle, hay aproximadamente siete hombres. La invisibilización de esta problemática agrava el ciclo de pobreza y marginación, perpetuando la precariedad y las condiciones que los empujan a la calle.
Sabemos que el vídeo que ha servido como punto de partida para estos temas, menciona específicamente estas problemáticas, a la vez, sabemos que Scott Galloway se ha preocupado en profundidad por múltiples temas. En este artículo quisimos pasar por unos cuantos derroteros más, buscando un poco más de comprensión, aclarar las dimensiones de la situación. Vamos:
Según los datos publicados también por el INEGI, los hombres constituyen una abrumadora mayoría de las víctimas de homicidio en México, con aproximadamente el 86% del total. La relación de homicidios es de 7 a 1 entre hombres y mujeres. Esta cifra no solo refleja una cruda realidad en términos de violencia letal, sino que también plantea interrogantes sobre las circunstancias que rodean a los hombres en la sociedad mexicana: la exposición a ambientes más peligrosos, el involucramiento en actividades delictivas, o incluso la presión de roles de género que favorecen conductas arriesgadas y conflictos violentos. A nivel comunitario, el alto índice de muertes violentas entre hombres no solo afecta a las víctimas directas, sino que también deja profundas cicatrices en las familias y comunidades, perpetuando ciclos de pobreza, trauma y desintegración social.
Tanto en temas de salud general como de salud mental en lo particular, hay datos importantes que muestran diferencias significativas entre hombres y mujeres en México. Según los datos, los hombres acuden a consulta médica con menor frecuencia que las mujeres, lo que se traduce en una brecha en la detección oportuna de enfermedades prevenibles, controlables y curables. Los datos reflejan la crisis de salud, a la vez que revelan cómo las normas sociales que empujan a los hombres a ignorar su bienestar están cobrando una factura devastadora y silenciosa. La cultura del "aguantar" no es sostenible, es imperativo dar un vuelco a la visión sobre los hombres.
Todos los datos anteriores en conjunto se pueden condensar en que la esperanza de vida de los hombres mexicanos es alrededor de 5 años menor que la de las mujeres. Incluso la mortalidad infantil es mayor en hombres que en mujeres, y en la edad adulta esta tendencia continúa, con tres fallecimientos de hombres de 20 a 34 años por cada defunción de mujer en el mismo rango de edad. No podemos permitir que estos datos se queden en la pura estadística, debe ser un recordatorio contundente y permanente de que ser hombre en México implica enfrentar una serie de riesgos que, lejos de ser inevitables, están profundamente arraigados en patrones sociales y culturales que debemos empezar a cuestionar. Si no abordamos estas desigualdades con urgencia, se seguirá pagando el precio más alto: la vida misma.
Radiz Géneris: La génesis de la raíz.
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