Hablar de suicidio es un tema que la mayoría evita. El dolor, el tabú y el estigma en torno a la salud mental nos han llevado a callar, a evitar discutir lo que es incómodo. Sin embargo, permanecer en silencio puede tener un costo altísimo. La "Escala del Suicidio" creada por el artista Emmengard es un ejemplo de cómo podemos comenzar a visibilizar el tema y darle a las personas una herramienta para monitorear su salud mental de manera más concreta.
La "Escala del Suicidio" nació de una necesidad urgente entre amigos que luchaban contra sus propios demonios. Emmengard y su amiga Megan la crearon como una forma de ayudarse mutuamente en los momentos más difíciles. Utilizaban la escala para expresar cómo se sentían sin tener que entrar en detalles dolorosos, simplemente asignando un número a su estado emocional. Lo que comenzó como una herramienta privada y silenciosa entre ellos, ganó una nueva urgencia tras la pérdida de un amigo. Circula ahora en internet y parece valioso compartirla en español también.
La escala no es una solución en sí misma, pero sí es una herramienta poderosa. Es simple: puede ayudar a asignar un número a lo que sientes. No se trata de simplificar ni reducir la experiencia del dolor, sino de dar un código que podamos compartir y entender. La escala no dice qué está mal en tu vida, pero sí indica con precisión qué tan mal te sientes. Decir "Hoy estoy en un 8" significa mucho más que solo un número; es una forma de decir "Necesito ayuda" sin la dificultad de encontrar palabras para lo que te consume por dentro.
Es una ancla mental. Una herramienta que permite monitorear nuestro estado emocional y la progresión de esos momentos oscuros. Ayuda a reconocer cuándo la situación se torna crítica, y nos invita a actuar antes de que sea demasiado tarde. En un mundo donde el suicidio es visto como un tema incómodo o tabú, esta escala abre la puerta para que la conversación se normalice. Como nos dice Emmengard, "Ojalá lo hubiéramos compartido antes".
Los problemas de salud mental rara vez son lineales. Hay días buenos, días malos, y días en los que la vida parece pender de un hilo. Emmengard nos recuerda que tener una herramienta como la escala no va a resolver todo, pero puede marcar la diferencia en los momentos más complicados. Hablar de cómo te sientes, saber que un "número" puede ayudar en la comunicación cuando la energía no da para dar largas explicaciones, crear un puente entre quien sufre y quienes puede y quieren ayudar.
Las conversaciones sobre el suicidio no deberían limitarse a los profesionales de la salud. El lenguaje cotidiano puede apropiarse de estas herramientas, y hacer que las personas cercanas puedan compartir ideas y sentimientos en formas más directas.
La obra de Emmengard, al igual que la capilla de Rothko, es un recordatorio de la inmensidad y complejidad de la experiencia humana. Las emociones, muchas veces inefables, encuentran en estas representaciones un espacio para ser visibilizadas, para trazar líneas aunque sean difusas. Esta metáfora invita a reflexionar sobre la escala del suicidio y la lucha interna que muchas personas enfrentan en su búsqueda de claridad y comprensión.
Aunque la escala de Emmengard no es una herramienta científica, su valor radica en su capacidad de crear una conversación, de dar a las personas un punto de referencia claro. Además del talento para crear una obra visual que facilite su difusión, sumado al valor para exponer las propias experiencias y con ello facilitar que las demás personas puedan encontrarse reflejadas.
La versión original publicada en 2019 se ha viralizado en múltiples ocasiones, atrayendo así críticas, especialmente cuando se analiza de manera aislada. Sin embargo, esto ha permitido reflexionar sobre dichos puntos y mejorar la comprensión de su función.
En la actualidad, el suicidio se ha convertido en una preocupación creciente, especialmente después de la pandemia, que ha exacerbado este fenómeno. En México, la tasa de suicidio ha aumentado de 4.9 a 6.8 por cada 100 mil habitantes entre 2013 y 2023, según el INEGI, se destaca que el suicidio es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes en el país, y se proyecta que para 2029 sea la segunda. Sin estrategias de prevención más eficaces, esta tendencia seguirá en ascenso.
Los trastornos mentales, como la depresión y la ansiedad, son cada vez más comunes y están estrechamente vinculados con el suicidio. Frente al creciente número de suicidios en el país, es crucial que las instituciones de salud y las entidades gubernamentales trabajen conjuntamente para disponer de las herramientas y personal adecuado para atender a las personas en cada etapa del proceso. Además, es necesario aumentar la conciencia pública para que las personas puedan identificar señales de alerta y buscar asistencia de manera oportuna. (UNAM)
En este contexto, herramientas como la escala de Emmengard, que permiten visibilizar el sufrimiento emocional y monitorear el bienestar mental, son clave no solo para quienes están en situaciones críticas, sino también para abrir espacios de diálogo que pueden salvar vidas.
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